¿Puede la relación con China contribuir al desarrollo dela Argentina?

Por Gonzalo Fiore Viani & Fernando Oviedo.

@fioreviani

El presente texto intenta ofrecer algunos aportes en relación a las implicancias que tiene la relación comercial entre la Argentina y China -teniendo en cuenta que China es el segundo socio comercial de nuestro país- en términos del modelo de inserción de la Argentina en la economía mundial y en términos del modelo de desarrollo para nuestro país, el cual todavía sigue inconcluso. El intercambio bilateral se quintuplicó desde 2003 a 2020, al pasar de US$ 3.200 millones a US$ 14.000 millones, luego de alcanzar los US$16.000 millones en 2019, según cifras del INDEC.

Desde la crisis financiera de 2008, se produjo, lo que podríamos denominar un punto de inflexión para China en poder tanto regional como global. Entonces, el gigante milenario comenzó a adquirir un nuevo rol en el escenario internacional, por ejemplo, con la Belt and Road Initiative (Iniciativa de la Franja y la Ruta, o Nueva Ruta de la Seda), lanzada en el año 2013. De los países de la región, sólo Chile y Uruguay, por ahora, integran la BRI. Los principales mercados de destino del gigante asiático en América Latina son, Brasil, Chile, Argentina y Perú, que, al mismo tiempo, además constituyen los principales mercados de origen de las exportaciones de la región hacia China.

La Argentina y China presentan una asociación estratégica desde el año 2008. Actualmente, esa relación se inscribe dentro de una coyuntura económica internacional determinada por una pandemia global que produjo severos efectos contractivos en la economía del planeta, no obstante, China fue la única potencia mundial que creció en 2020 (+2,3%), según datos del Banco Mundial, y recientemente celebró la erradicación de la pobreza extrema en el país. En ese sentido, el gigante asiático ha revitalizado su demanda de alimentos y encuentra en Argentina un interés particular. El desafío es pensar cómo aprovechar esta situación, sin descuidar las implicancias que esto tiene para el modelo de inserción de la Argentina en la economía mundial y para el modelo de desarrollo que la Argentina debería definir y ejecutar.

Los tres sectores más dinámicos de la demanda china y asiática son el sector de las oleaginosas, cuya demanda mundial se estima crecerá más del 50%; el de carnes, tanto vacuna como porcina y aviar, y el de lácteos cuyas estimaciones de crecimiento son de una proporción similar. La Argentina dispone de amplia oferta excedentaria en estos sectores. De acuerdo con el National Bureau of Statistics of China (NBS), para el año 2023 la demanda china de importación de oleaginosas superaría las 100 millones de toneladas anuales. Más del 80% de la exportación argentina de poroto de soja tendrá como destino China, la cual en los próximos años demandaría a la Argentina unos 20 millones de toneladas anuales, lo que significaría un ingreso adicional, según un cálculo propio, de entre 5.000 y 5.500 millones de dólares para la Argentina.

Este intercambio comercial, como se desprende de los párrafos anteriores, tiene un fuerte sesgo vinculado a la producción primaria de nuestro país, por lo que el desafío consiste en trascender el esquema clásico primario exportador, teniendo en cuenta las necesidades de la Argentina en torno al objetivo estratégico del aumento de su PIB per cápita, lo que a su vez requiere una estrategia de desarrollo eficiente, integrada y con una canasta exportadora que tenga importantes niveles de agregación de valor.

Si bien no es posible pensar en el desarrollo agroindustrial argentino sin pensar en una relación estratégica con China, es importante tratar de revertir en algún grado este intercambio desigual en términos de agregación de valor, lo que se ve dificultado por el perfil que asume la canasta importadora de China, la cual se vincula con un modelo productivo que valora la agregación de valor local. En ese sentido, resulta vital mejorar nuestra productividad y eficiencia, en especial en lo vinculado al transporte y a la logística, de modo tal de disminuir costos para ofrecer mayores incentivos de compra a nuestro socio comercial. Para ello, resulta importante definir qué quiere hacer la Argentina con China, y definir un plan general al respecto, estableciendo sectores estratégicos con un horizonte de mediano y largo plazo de modo tal que eso permita ajustar la agenda de negociaciones bilaterales priorizando sectores claves de interés nacional.

El desafío entonces está en avanzar más allá del esquema clásico de provisión de productos primarios. Y en ese sentido hoy se han abierto grandes oportunidades para que China acepte productos y servicios argentinos con incorporación de mayor contenido tecnológico y de valor agregado, oportunidades que en el sector de la biotecnología son promisorias, con lo cual estamos en condiciones de afirmar que cuánto más biotecnología se aplique en la Argentina, más alimentos argentinos habrá disponibles en China. Es importante pensar en desarrollar en los próximos años inversiones conjuntas argentino-chinas en biotecnología. Actualmente se están dando algunas primeras iniciativas en ese sentido, vinculando a pequeñas empresas biotecnológicas argentinas que están haciendo sus primeras experiencias.

Todo lo anterior podría verse fortalecido si Argentina adhiere efectivamente a la iniciativa de la Franja y la Ruta, lo que solidificaría los vínculos con la potencia oriental, y abriría posibilidades para que el Banco Asiático de Inversión e Infraestructura integre los proyectos que Argentina le presente dentro de la iniciativa, de modo tal de conseguir financiamiento para que, unidades económicas argentinas desarrollen proyectos en China y en otros países.

La evidencia histórica muestra como ningún país latinoamericano ha realmente logrado alcanzar un modelo de desarrollo exitoso y sustentable que permita la reducción de la pobreza de forma sostenida, de la manera que lo han logrado los chinos. Entonces, la vinculación con China puede ser vital en términos tanto de complementariedad como de generación de divisas para financiar el desarrollo y sortear la restricción externa -la escasez de divisas de la economía argentina- y, en términos de imitación del modelo de desarrollo exportador auto centrado en el propio progreso científico técnico -y en la propia “densidad nacional” al decir de Aldo Ferrer-, de los chinos, el cual ha producido un milagro económico, productivo y social desde, por los menos 1981 a la fecha, en el marco de un proceso de desarrollo y de crecimiento acelerados.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *